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Diego Vodika, Sandra Rivero y Edith Bravo, son integrantes de la Asociación Civil Juntos por Ludueña, que trabajan desde 2004 en el barrio Ludueña y hacen una copa de leche, tres días a la semana, para 130 pibes. Para esta tarea no cuentan con colaboración de ningún gobierno de turno, más allá de algunas mercaderías que el gobierno provincial les reparte de forma mensual, a 85 familias del barrio.

 

 ¿Cuál es la relación entre los pibes y el trabajo?

 

Acá en ludueña, esta el tema de los Bunkers de droga. Existen programas nacionales para jóvenes de entre 18 a 24 años que les pagan $1000 mensuales, mientras que los bunkers les ofrece a los chicos, 200 o 300 pesos por día, no es que con esto los quiero justificar, pero si los comprendo, porque son chicos de familias numerosas y que por una necesidad económica ingresan en este circulo y después, estando ahí adentro, terminan siendo adictos. Lo que pasa es que no te queda otra, hay familias que se meten en eso porque no tienen medios económicos.  A los chicos, a la juventud, les falta oportunidad, porque si lo capacitan para un trabajo, el chico esta contento. Pero el tema es que no esperan la respuesta en 2 o 3 años, tiene que ser algo con una salida mas rápida, ellos necesitan respuestas rápidas, ya. Se los tiene que capacitar en 2 o 3 semanas y directamente ir a trabajar. Por eso es necesario poder integrar lo que es la parte gubernamental, porque  los programas están mal orientados, porque una cosa es planificarlo detrás de un escritorio y otro es venir a planificarlo acá, en la realidad, por eso seria bueno, que a la hora de lanzar un programa se consulte a la gente.

 

 ¿Qué pasa con la escuela?

 

Hay que tener en cuenta que los padres de muchos de los chicos, no fueron a la escuela. Los padres mandan a sus hijos a la escuela porque muchas tienen comedor o para llenar la libreta así cobran los planes, no por la educación en sí. Además, las escuelas públicas acá del barrio, tienen necesidades insatisfechas constantes. Así como la educación pública, también se lapidó a los clubes de barrio. Hay un gran desinterés, por parte del estado, que se evidencia en estos últimos 15 años, en poder generar más espacios de contención y recreación para los pibes. Si recorrés el barrio, vas a ver que no hay clubes y cuando quieren ir a los clubes de la zona, tienen que pagar 20 o 30 pesos para alquilar una cancha. Si bien hay políticas estables en la ciudad de Rosario respecto a deporte y cultura, por ejemplo el CEC, funciona de 8 a 16 horas, entonces los chicos de los barrios se tienen que acercar al lugar en ese determinado horario. Además, no está hecho para disposición de los chicos, porque se hace de acuerdo a los horarios que disponen los talleristas y profesores y se olvidan que los jóvenes son territoriales.

Nosotros, desde la Asociación tenemos espacios lúdicos donde estamos hasta las once de la noche, hacemos torta-fritas, tenemos unos mazos de cartas y estamos ahí, charlando, contando anécdotas. Es triste decir que en una ciudad como Rosario, las políticas municipales, provinciales y nacionales, vienen a eliminar los espacios recreativos. Nosotros les hemos ofertado el lugar a la provincia para que nos mande talleristas, nos manden trabajadores, que nos manden recursos humanos como para generar un anclaje en el barrio y no lo hacen porque es mucha plata la que se tiene que disponer para que un trabajador se acerque al barrio, y es lo mismo que sufren nuestros jóvenes. Hay un estadio municipal donde pueden ir los chicos al gimnasio, y de acuerdo al sector de la ciudad de donde pertenece el chico, puede ingresar o no, y se escudan el criterio de que no hay cupo. Las mejores palabras que utilizan las distintas gestiones es: “esta bueno, el programa esta activo, pero no hay mas cupo” y esto está relacionado con el lugar de donde vienen.  Hoy por hoy, no es tanto los extractos políticos, también la sociedad se acostumbró más a ver a los chicos de los asentamientos irregulares parados en una esquina o en la puerta de un cine pidiendo monedas, que a lo mejor juntaron la plata para poder entrar al cine y una vez que entran, los de seguridad no los dejan de mirar. 

 

 El rol de los estados municipal, provincial y nacional.

 

El estado tiene que hacer planes de inclusión que sean piramidal, que no vayan con una gestión, porque le primer año ven que van hacer, el segundo como lo van a implementar, el tercero a quines van a incluir y el cuarto año lo implementan, pero ya se van y ese plan se cae. Tenemos que articular las leyes, ver lo que hay y los alcance, cuantos programas existen que no se conocen en los barrios, porque esta pensado en lo macro, para cubrir lo macro de la juventud, pero se implementa en lo micro pero para una élite de jóvenes en donde no se incluyen a los chicos de los asentamientos. Por ejemplo: ¿A que edad se casan los jóvenes universitarios, a que edad forman una familia? Acá a los 14 años las nenas están esperando un hijo, porque no tienen la posibilidad de pensar en un progreso profesional, si tengo un chico, tengo una asignación, y así, agarran unas chapas y se arman un ranchito y ya forman su familia.   

 

 El debate por la baja de edad de imputabilidad

 

Bajar la edad de imputabilidad no tapa las falencias estructurales de un sistema politizado, por que acá no hablamos de Nación, Provincia, Municipalidad, acá hablamos de una anarquía  politizada, estados politizados, donde si sos de Rosario o de la Provincia de Santa Fe, sos socialista y si sos socialista no podes ingresar a los programas nacionales, cuando en realidad tendría que haber una sincronización entre los tres sectores haciendo programas abarcativos, donde la Municipalidad pone el espacio, la Provincia los elementos y Nación brinda un subsidio para poder sacar a un pibe de la calle. Bajando la edad de imputabilidad,  están violentando a nuestros jóvenes, porque les crean la bronca hacia al sociedad, hacia los mayores por eso escuchás chicos de 12 años que te dicen “yo ya estoy jugado”, porque no tiene una visión de futuro, no tienen un proyecto de vida.

Los pibes en peligro

Causa y efecto es un movimiento social de territorio que existe, hace diez años, en el barrio Villa Banana de la ciudad de Rosario. Allí trabajan con niños y familias en torno a problematicas socioculturales. En esta entrevista realizan un diagnostico de la situación de los niños y jovenes desde el trabajo cotidiano en el barrio.

 

¿Consideran que los medios de comunicación reflejan la realidad de los barrios más carenciados en torno a la delincuencia juvenil?

 

No. La mayoría de los que dediquen no son menores de 14 años, es una porción muy baja de los chicos de 14 a 16 que están en esa instancia, es por eso que hay que ver bien cual es el interés que se tiene con esto de bajar la edad de imputabilidad. Hay que tener en cuenta que son adolescentes, son niños, con sus picardías, su amor, sus sonrisas. El afecto que nos transmitimos mutuamente es muy grande, porque uno comienza a forjar una amistad con ellos, sobretodo con los chicos más grandes. Son pibes como cualquiera, con la diferencia que les tocó vivir otra realidad, con las problemáticas que tienen las familias, la manera en la que viven, los quiosquitos están cerca, tienen toda la peor tan fácil, que muchas veces terminan en esa porque son un blanco fácil de captar tanto por la zona en la que viven como por cómo viven.

Tengamos en cuenta que pobreza siempre hubo, la diferencia es que hoy en día, con este sistema capitalista tan atroz, el chico no se aguanta más no tener las zapatillas de moda, como pasaba antes, que si no la tenia se la bancabas y listo. Porque la clase obrera o pobre, no debería entrar en este sistema. Si hay algo para consumir, muchos pueden consumirlo y muchos no. Antes te regalaban ropa usada y no te hacías problema, hoy no, la propaganda, el consumo hace que vos la tengas que tener y no importa cómo, porque sino quedás afuera de esta sociedad.  

También cambió mucho con el negocio del narcotráfico, porque antes había códigos dentro del barrio, ahora también hay ciertos códigos, pero también hay muchos chicos que están metidos en la peor, y no existe ese código interno del barrio de cuidarse entre vecinos. Existe un terreno liberado para que se maten entre ellos, hay problemas muy básicos de alumbrado público, de pavimentación, y esto, que parece algo tan simple, conlleva a que haya terreno libre para que los pibes se maten entre ellos, porque ahí no hay nadie, cae la noche, esta todo oscuro, están todos en los pasillos. Por ejemplo, el otro día mataron a uno de un sillazo y no paso nada, es muy triste, pero la gente lo termina naturalizando. Todo esto también repercute en los niveles de aprendizaje, ese pibe no puede seguir el colegio bien si no este bien alimentado y si   deja la escuela, es inevitable que lo agarre el negocio de la droga porque es muy fácil agarrarlos ahí.  

 

¿Cómo es la asistencia en las escuelas?

 

Los chicos van, empiezan el colegio, pero no es continuo, terminan abandonando. Es muy común que no terminen la primaria, hay muchos chicos de entre 14 y 16 años que nosotros motivamos para que terminen el primario. La secundaria, menos, sólo una o dos personas terminaron todo el colegio.

 

¿En cuanto a la asistencia sanitaria? 

 

Lo que tiene que quedar en claro es que no hay asistencia de ningún tipo, ni de techo, ni de pavimentación, ni de alumbrada, ni cloacas, no existes porque esta parte no esta urbanizado, a través del Estado Municipal no existe como barrio, es algo que no está en los planos de barrios. Hay centros de salud que están al lado del distrito, en la avenida y hay muchos vecinos que, por falta de educación o por vergüenza, a veces no se quieren acercar. Los médicos están ahí, no se van a meter al barrio. Por eso decimos que faltas tienen desde que nacen, son situaciones de extrema necesidad, partiendo desde ahí, nacen con una pata para atrás.  Es una cuestión de falta de educación cívico-social, porque si bien hay vecinos que la tienen re clara, hay otros que no y es una cuestión generacional. Volvemos a lo mismo, se han hecho muchas investigaciones y los resultados que otorgan demuestran que son una minoría los jóvenes menores de 16 que delinquen, entonces hay que pensar que hay de fondo en la propuesta de bajar la edad de imputabilidad. Hay toda una cuestión con el sistema policial también, que le da terreno libre a que agarren a pibes más chicos, los pibes del barrio nos lo cuenta a eso, lo llevan, lo tienen  muchas horas, les pegan, solo por portación de cara, por ser villeros. Ellos conocen todo el tema de la complicidad policial, saben donde están los quiosquitos, quienes son sus dueños y qué relación tienen los dueños con la policía. Los chicos más que miedo, saben que los milicos hacen más delincuencia que cualquiera de ellos, entonces se ríen de eso, reírse en el sentido de pensar, que me está mostrando este que tiene la institución atrás, saben que la policía no está para hacer la labor de cuidarlos como un ciudadano mas, sino que están para llevarlos, ningunearlos, hay  toda una discriminación que hace que en algún punto ellos se la terminen creyendo, porque si vos desde que nacés tenés todo tu entorno, su familia, todo el sistema , el sistema policía y la sociedad que te rechaza, vos te vas a terminar rechazando a vos mismo y vas a terminar en la peor. Si un pibe de clase media mata, no va a ir a IRAR, porque ahí van todos villeros. La gente pide seguridad, pero hay que saber de donde son esos chicos, la mayoría son de la villa. Hay que tener en cuenta que para ellos la vida no vale nada, no tienen  papá y mamá, porque se van a buscar cartones de temprano y sufren el abandono y son ellos mismos quienes crían a sus hermanitos y ahí se hace toda una cadena. Por eso nosotros decimos que los chicos son víctimas de este sistema capitalista, el sistema de consumo los invade, los alejan y los expulsan a estos seres que han tenido la suerte o la mala suerte de nacer bajo una situación económica de necesidad extrema. Cuando sucede esto, el sistema ya los expuso, ya los alejó, y ahí los expone a que dejen de ir a la escuela, que terminen delinquiendo, que se abandonen a ellos mismos. No es sólo “voy a chorear y nada más”, no sucede eso, los pibes  no te hablan de delincuencia, para nada, quieren trabajar, quieren hacer cosas, quieren sentirse que producen.

 

¿Cuáles son las limitaciones que tiene para conseguir trabajo?

 

Te doy un ejemplo, hay una familia de varios hermanos, que pasan una necesidad extrema, no terminaron el colegio, se criaron hermano con hermano, la madre falleció y el padre es cartonero.

¿Cómo entra al sistema laboral ese pibe? Si no sabe ni siquiera hacerse un curriculum, y que un taller de carpintería que da el Estado Municipal,  después no logra conseguir trabajo. ¿Cómo se abre una carpintería ese pibe? Si a los jóvenes de clase media les cuesta conseguir trabajo, imagínate estos chicos que no tienen ni pilchas, y que se nota que viven en la villa, entonces es discriminado socialmente, quién le va a dar un trabajo, porque para el resto  de la gente un villero es un choro.

 

¿Cuáles son los pasos a seguir que tiene desde la educación ante esta problemática?

 

A raíz de todo esto, nosotros nos empezamos a juntar con otras organizaciones para pelear para que no se de la baja de edad de imputabilidad, pero también pelear por los problemas de fondo, que son problemas estructurales, que necesitan de cambios también estructurales. Pero para este problema puntual de la baja, lo que se nos ocurrió es visibilizar la problemática, concientizar a toda la sociedad, sobretodo a la clase media, que es la que va a votar, que  sepa que no es una cuestión de seguridad ni de meterle la mano en el bolsillo, sino de que entiendan que si se aprueba la baja, es una medida totalmente represiva y no se va a solucionar el problema. Si tenemos a toda una sociedad que rechaza esto, y se da cuenta que no es la solución bajar la edad de imputabilidad, sino que la solución es generar mas educación, mas empleo, mejores condiciones de vida, garantizar los derechos de todo el pueblo, ya contamos con mas respaldo y no se va a poder lograr, que es lo mas importante.  

 

 

Soldaditos

de nadie

Alejado de la visón punitiva, que  asocia  las drogas  y los jóvenes exclusivamente a la trama narco, el psicólogo Horacio Tabares, sostiene que hay situaciones de consumo de sustancias psicoactivas en todas las clases sociales. Como fundador de la ONG Vínculo, asegura que el Estado debe generar políticas públicas para que se respeten los derechos humanos de la población drogodependiente más vulnerable.Desde hace varias semanas, a juventud está en la agenda mediática y en el debate político nacional a raíz de las declaraciones del candidato a senador Juan Manuel Insaurralde sobre la baja en la edad de imputabilidad. No obstante, es escaso el debate sobre políticas de inclusión laboral y/o educativa para esta franja etárea. Tampoco se habla del modo en qué las adicciones afectan a los jóvenes. Horacio Tabares, psicólogo clínico y social, fundador de la ONG Vínculo, fue entrevistado en la última emisión de Bárbaros Universidad para hablar de esta problemática.

 

¿Cómo es el presente de la juventud con respecto a las adicciones?

 

Para hablar con más precisión del tema, hay que decir que la juventud está fraccionada en sectores y clases sociales. Es cierto que el consumo de sustancias psicoactivas atraviesa a todas las clases sociales, pero también es verdad que el consumo es más riesgoso y más incisivo en los sectores de mayor exclusión y pobreza. Por varias razones, la primera es que estos se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad, generalmente están fuera de los circuitos laborales, a veces quedan fuera de los circuitos educativos, tienen poco acceso a la atención médica. Además, generalmente, padecen otras problemáticas  que están vinculadas con la exclusión, la marginalidad y con la discriminación.
Un joven de clase media o alta cuenta con recursos y dispositivos de atención social y, generalmente, con familias que pueden hacerse cargo de ellos cuando atraviesan alguna situación crítica  respecto al consumo. En esos casos, enseguida se encienden las alarmas, pueden ser llevados a instituciones especializadas, pueden pagar tratamientos. Tengamos presente que en Rosario una quinta parte de la población vive en villas miseria. Así, estos jóvenes están excluidos del acceso a una vida digna.  Son chicos, que a veces, ni siquiera tienen la posibilidad de soñar; nosotros nos encontramos en muchos barrios con chicos que tendrían que estar disfrutando de la vida, jugando a la pelota, yendo a la escuela y no empuñando un arma al servicio de un dealer para defender algún “kiosco” o boca de expendio de sustancias  psicoactivas que hay. Entonces, es posible darse cuenta que para ellos la situación es mucho más crítica y dolorosa que para jóvenes de otras clases sociales. A partir de esto, sí podemos establecer algunas pautas en relación a esta problemática.

 

 ¿Cuáles son las adicciones más frecuentes en estos jóvenes?


En primer lugar, algo que es común a todos, es el alcohol. Los únicos estudios disponibles están realizados por el Observatorio Nacional de Drogas, y  están indicando que el 75 % consume alcohol. Esto no quiere decir que sean alcohólicos, para llegar a serlo hay que contar, entre otras cosas, un alto nivel de vulnerabilidad emocional, cognitiva, psicológica y/o neurobiológica. Como muchos de estos chicos están en situación de vulnerabilidad, entran rápidamente en contacto con la sustancia, la conocen mucho tiempo antes, consumen alcohol y comienzan a consumir pegamento. A partir de ello, se establece lo que nosotros llamamos un policonsumo: consumen lo que tiene a mano, porque lo que necesitan es medicalizar el estrés social, el dolor de la angustia con sustancias. Son chicos que afectan rápidamente su “máquina de pensar”, cuya base material es el sistema nervioso central, alteran todos los dispositivos y esto aumenta los niveles de vulnerabilidad y dificulta que puedan ser “recapturados” en tratamientos que les posibiliten la recomposición de su vida.

 

Esto sirve para pensar, porque en el imaginario popular, lo primero que generalmente se relaciona a  las drogas son la marihuana, la cocaína….

 

Para el conjunto de la población es importante que pensemos lo siguiente: un alto porcentaje de la población somos usuarios de sustancias psicoactivas leves legales o ilegales. Lo que pasa es que la gente se escandaliza cuando llegamos a los extremos de la situación de consumo que se condensan en cuadros clínicos perfectamente delimitados, como lo son la drogodependencia o adicciones a sustancias. Pero consumidores somos todos. Esto es algo que nosotros trabajamos mucho en nuestras prácticas preventivas, que asumamos que las situaciones de consumo son del conjunto de la población.

 

Justamente a eso nos referíamos, para sincerar el debate

 

Claro, para que no sea una discusión hipócrita. Sobre todo para que no sea un debate discriminatorio e injurioso para la gente que sufre. Porque quien ha llegado a la fase adictiva del consumo es una persona con alto nivel de sufrimiento, más allá de que por su propia condición, muchas veces pueda producir severas lesiones en su grupo familiar y en sectores de la comunidad. Había un psicoanalista francés, que decía que “las adicciones son una respuesta monstruosa a una carencia monstruosa”. A partir de eso uno puede ubicarse en esa problemática.


Además, traigo las palabras de otro gran maestro de la psiquiatría y especialista en estos temas, Claude Olive De Saint, que decía que “hay que estar contra las adicciones pero del lado de los adictos”. La persona que consume sustancias merece de toda nuestra atención, nuestra contención y apoyo. Es importante que el Estado en todos los órdenes genere políticas públicas para poder brindar cobertura adecuada, científica y que respete los derechos humanos de esta población que, lamentablemente, ha ido creciendo. Porque, también ha ido aumentando el accionar de los agentes narcocriminales.
Pero, ojo, este no es solo un problema santafesino. En Córdoba acaban de descubrir que un sector de la policía operaba con sectores narcos. Este es un cáncer que recorre a todo el conjunto de la sociedad argentina. Es un tema grave, que está más allá de distinciones políticas y que debería transformar en una cuestión de políticas de Estado.


 Con respecto a este punto, cuando se trata la baja de la edad de imputabilidad se lo enfoca desde los criminal, pero no se toca este tema que encierra además a la falta de trabajo y educación   ¿cuál cree que es el debate que se tendría que dar?

 

En primer lugar, la inseguridad no está fundamentalmente asentada en menores que consumen sustancias o que delinquen. En todo caso, la inseguridad está causada por corporaciones financieras que producen sustancias psicoactivas ilegales y que tienen a su servicio a importante grupos delictivos. Y en última instancia, los chicos son víctimas de eso. Pensar que un chico de 14 ó 15 años que vive encerrado en un bunker, es el responsable de situaciones de inseguridad es un absurdo y es poner “el carro adelante del caballo”.

 

La otra cuestión es que, hace falta un plan nacional de drogas y a su vez planes regionales, que contemplen adecuadamente las distintas situaciones. El tema de la seguridad  está vinculado con el control y la represión de los organismos narcocriminales. Eso se relaciona a la disminución de de la demanda, que son estrategias preventivas para todos los niveles en la sociedad. Además, de la disminución de los daños relacionados al consumo que son estrategias clínicas para recuperar a gente, y formación de recursos humanos adecuados para estos fines.  Lamentablemente por falta de recursos, por ineptitud e incapacidad de quienes han prestado políticas públicas sobre estos temas en los últimos 20 años, estamos frente a un déficit de especialistas de terreno.
Pero esto solo no basta, deben ser políticas sociales que tiendan a recuperar sectores importante de la población que viven en total indigencia, exclusión, discriminación y marginación. Hay que restituir a los seres humanos la necesidad de poder ser orgullosos de su humanidad, no como en este momento que muchos sectores viven sumergidos en la pobreza sin la capacidad  ni la posibilidad de soñar un mundo mejor.

 

En relación a las políticas públicas y el apoyo a las personas con problemas de adicción ¿cómo es la situación en Santa Fe?

 

 Es complejo, Santa Fe no escapa a lo que se está viviendo en el país. Hay algunos esfuerzos realizados por el gobierno donde dotan de becas para que los jóvenes escapen de eso. Hay un serio esfuerzo del Ministerio de Educación en desarrollar un programa de capacitación docente, que es el inicio del trabajo preventivo,  en el cual yo estoy dando un aporte. Pero falta mucho por hacer, hace falta el esfuerzo mancomunado de todos los poderes públicos y de todos los niveles. Sobretodo porque el problema es muy serio, estamos en una pandemia social de consumo, eso implica muchas cosas. Es un diagnostico que parece que algunos sectores de la vida política dirigencial todavía no lo han internalizado, mientras no pongamos en funcionamiento todas las alertas el problema va continuar.

 

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