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La arenga que enardeció los debates al respecto de la Ley de Medios apuntó principalmente hacia las deficiencias en las posibilidades de expresión en el periodismo argentino, subyugado al tutelaje y patrocinio e incluso a la directa disolución en las grandes empresas. La discusión giró, entonces, alrededor de las limitaciones que imponía la concentración mediática en manos de actores directos del mundo empresarial y, por lo tanto, representantes indiscutibles de un interés material concreto.
La polarización de la discusión entre el eje representado por el gobierno y el eje encarnado en Clarín empujó al ostracismo a problemáticas mucho más concretas e inmediatas para quienes ejercitan la profesión periodística. 
En ese marco, las condiciones de trabajo en las que se desempeña el oficio no emergen a la luz pública y las problemáticas reales de los trabajadores de prensa queda reducida ante el enfrentamiento de las propias corporaciones mediáticas y la instalación de premisas abstractas. ¿Qué hay para celebrar por el día del periodista?

 

De la precarización a la libertad con ciencia
Es más bien poco lo que la letra de la Ley de Medios dice acerca de la libertad de conciencia, principio por el cual las empresas no pueden obligar a los periodistas a imponer su firma en aquello que no concuerdan ni impedir que ejerzan la libre expresión de sus criterios y su desarrollos investigativos. No se trata de un aspecto secundario dentro del desarrollo del oficio, sino de uno de los fundamentos que hacen a las elementales condiciones de trabajo.
“Si bien la ley apunta a regular los contenidos audiovisuales y no específicamente el trabajo de prensa, pensar en una comunicación libre y plural con trabajadores sujetos a las presiones y caprichos de las líneas editoriales y pésimas condiciones laborales impuestas por las empresas empleadoras, es sin duda un gran vacío a llenar”, se explicaba en una nota publicada en la Brújula Cooperativa de Comunicación en ocasión de la celebración del día del periodista el año pasado.
El caso de Darío Aranda, frecuentemente censurado y marginado dentro de la redacción de Página 12 y castigado por sus denuncias de represiones y usurpación de tierras de las comunidades originarias en diversas provincias gobernadas por el oficialismo, o la permanente exposición en sus notas del tejido de negocios vinculado al modelo extractivo, funciona como testigo de un panorama donde la práctica periodística cotidiana se ve obstaculizada por el imperio del patrón.
“Abandonados por el Sindicato, sin un Estado que controle el cumplimiento de las leyes laborales, atomizados y en algunos casos sin comisiones internas con poder suficiente para representarlos, los colaboradores mendigan notas de prensa por diarios y revistas librados al humor y al presupuesto de los editores. Los tercerizados del gremio escriben igual o mejor que cualquier redactor y llenan miles de páginas, pero no gozan de ningún derecho, cobran mal y tarde, pagan de su bolsillo hasta los viáticos, pasan años sin recibir aumentos y se los congela sistemáticamente para no blanquearlos. Para peor, el cuadro de precarización está naturalizado”, decía el informe “Las cifras de la precarización”, realizado por el Colectivo de Trabajadores de Prensa (Ctp). 
El año pasado, ante las movilizaciones en reclamo de mejores condiciones de trabajo, el mismo Ctp realizó una encuesta entre los trabajadores que no hizo más que exponer un problema latente y antiguo. Fueron 398 los trabajadores encuestados y sobre esa base:
- el 47% publica como colaborador ante la imposibilidad de conseguir empleo en relación de dependencia.
- entre aquellos que tienen contratos temporales, el 43% trabaja de esa manera desde uno o cuatro años; un 29% hace más de cinco años.
- en el 80% los montos de retribución son fijados unilateralmente por la empresa.
- el 12% debió firmar alguna vez notas con pseudónimo o presento facturas de otras personas a pedido de la empresa como elusión del blanqueo.

Colaborar con la ganancia ajena
Hace cinco años que los montos pagados por las colaboraciones no superan los 600, y esa cifra solo se alcanza si la nota es publicada en tapa de un suplemento. De acuerdo a lo dicho por Diego Martínez, delegado de Página 12, durante una entrevista realizada por Bárbaros Universidad, Clarín es uno de los que paga mejor, pero no tiene libertad sindical y La Nación se encuentra entre los que peor pagan.
Y se paga poco, mal y nunca: “Día del Periodista y Trabajador de Prensa día de lucha: a las 13:00 marchamos a la sede de AEDBA, en Carlos Pellegrini y Corrientes”, anuncia la proclama con que el Ctp convoca al histórico paro convocado para que así transcurra el día del periodista del 2013, y detalla: “La miserable oferta patronal nos empujó a tomar una decisión histórica. Hacía muchísimos años que no realizábamos una medida tan contundente. Hay que remontarse a 1986, cuando se luchó contra el cierre del primer Tiempo Argentino. O a 1975, cuando la Triple A asesinó a Jorge Money, periodista de La Opinión. En el contexto de nuestra lucha por salarios dignos y contra la precarización, el Plenario de Delegados de la Prensa escrita, que agrupa a agencias, diarios, revistas y puntocom, y las asambleas de base de cada medio decidimos llevar a cabo este viernes 7 de junio un paro general en todas las redacciones de Capital Federal y Gran Buenos Aires con movilización a la sede de AEDBA (Asociación de Editores de Diarios de Buenos Aires), en Carlos Pellegrini y Corrientes, frente al Obelisco a las 13:00”.
El comunicado que los últimos días emitieron los trabajadores de Infobae es un nuevo ejemplo que señala en la misma dirección: “a más de un mes de iniciadas las paritarias de Prensa, los trabajadores de Infobae nos vemos en la obligación de rechazar de manera pública y clara la oferta propuesta por THX MEDIOS S.A., que consta de un 19% de aumento en tres pagos no remunerativos hasta abril de 2014, sobre una escala distinta a la acordada en 2012 por el gremio, la cámaras que agrupan a diarios, y el resto de los portales web”, explica y, luego, afirma: “consideramos que se trata de un monto insuficiente y discriminatorio, al sostener una escala salarial depreciada y ficticia que no se ajusta a los valores y escalafones establecidos de acuerdo al Convenio 301/75, que regula nuestra actividad”.
El grupo Spolzki, ligado al oficialismo, así como Página 12, que se reclama progre, y consolidados medios de cuño empresarial y libremercadista como los que integran el Grupo Perfil, en el plano nacional, reproducido en menor escala adentrándose en cada una de las provincias, donde cuanto más anónimo es el ejercicio del oficio, peores son las condiciones para desempeñarlo, todas los años insisten los conflictos ante los retrasos en el pago de los sueldos. Debieron pasar 37 años para que pudieran romperse el escudo patronal que impedía las paritarias en las cámaras que conducen los principales diarios de la Argentina. “Estas paritarias marcaron el comienzo para abrir el debate y exigir los derechos y condiciones que el colectivo de prensa reclama. Algunas de ellas son que se haga efectivo el cumplimiento de los derechos básicos del trabajador  como así también aquellas condiciones inherentes al oficio, como regular el aporte de herramientas propias, ya que actualmente el 80% paga de sus bolsillos los gastos de comunicaciones y muchos incluso el viatico de sus notas. Estas circunstancias de inestabilidad en las condiciones laborales  generan que todo el tiempo el periodista deba vender su nota en un mercado que hace uso y abuso de su  trabajo, naturalizando una situación que de lleno es ilegal” decía una nota publicada en la Brújula con motivo de la apertura de las paritarias.

¿Y a dónde está, y a dónde está, el 33 que nos iba a tocar?
La Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) no goza de grandes velocidades. Más de tres años después de la sanción de la ley, no demasiados cambios dejan verse a la luz de la realidad. Ni siquiera la llegada de Martín Sabbatella, que prometía celeridad en la aplicación de las consignas más inmediatas de la ley, funcionó como aliciente. La necesidad de las reyertas políticas coyunturales se antepone a la resolución de las inmediateces que mayormente afectan a los trabajadores de la prensa, mucho más que a las figuras de principal exposición. “En este sentido, la gestión de Martín Sabbatella al frente del organismo no es la excepción. Si bien su discurso se muestra como preocupado por los medios comunitarios, en los hechos los avances son escasos, y no se trata de cambios estructurales. Existen, sí, llamados a concurso para radios FM en localidades sin saturación de espectro en algunas provincias, y los pliegos son más aceptables que los publicados en 2011 y luego suspendidos”, dice Natalia Vinelli, docente de la Uba e integrante de Barricada TV, en una nota publicada en Sudestada del mes de junio. 
Los concursos publicados padecen la ceguera ante los medios alternativos y comunitarios, disueltos en la confusión del 33% concedido a las organizaciones sin fines de lucro. Tampoco fue elaborado el Plan Técnico para el ordenamiento del espectro y, de acuerdo a lo afirmado por Vinelli, esto funciona como argumento para no avanzar con la legalización en las grandes ciudades. 
“También se entregaron por adjudicación directa sólo nueve licencias de las 250 solicitadas para radios de muy baja potencia en zonas de alta vulnerabilidad social y baja densidad poblacional, donde hay disponibilidad de espectro, a través de lo establecido por el artículo 49 de la ley de medios. Algunas de estas radios se instalaron muy recientemente, y tienen incentivo y apoyo gubernamental”, completa Vinelli.
Las posibilidades de empleo para los trabajadores de prensa no abundan y las posibilidades que se abren, pese a la sanción de la ley, no se dan con las mínimas condiciones que permitan la sustentabilidad. Los periodistas se ven sometidos a pésimas condiciones de contratación que, por su propia condición, son una limitación para el ejercicio de la libertad de expresión. El reparto del 33% del espectro para las organizaciones no gubernamentales solo se concretó para aquellas entidades vinculadas al oficialismo nacional y no son necesariamente las alternativas populares o de medios comunitarios, sino que pertenecen a estructuras con mayor solidez como, por ejemplo, la Uocra que conduce Gerardo Martínez, sindicalista de cuestionada trayectoria y aliado al Gobierno nacional.
De esa manera, la comunicación plural y democrática solo tiene existencia en los fervores discursivos y la genuina libertad de expresión se ve impedida por la precariedad a la que se reducen las condiciones en las que los trabajadores de prensa deben desempeñar su labor. En definitiva, a tres años de la aprobación de la Ley de Medios, la comunicación aún se encuentra subyugada a la lógica comercial de las grandes corporaciones que imponen el interés del patrón. Solo ese modelo periodístico es el permitido actualmente en la Argentina y aquellos que se proponen una perspectiva alternativa y una lógica diferente en el desarrollo de su trabajo, se ven obligados a la clandestinidad del anonimato y la lucha permanente por la subsistencia.
Esa lucha se desarrolla con insistencia desde el silencio al que empuja la indiferencia de los grandes medios, que olvidan tanto la tarea de los periodistas alternativos como las problemáticas que éstos se empeñan en abordar, cubriendo la realidad desde los datos materiales, proponiendo una explicación que reproduzca la voz de los sectores que desde los intereses corporativos se intentan acallar.
Ese periodismo es el que se construye todos los días desde el esfuerzo de los trabajadores de prensa que reivindican la comunicación como un instrumento para la formación de conciencia y es desde allí donde emergen las luchas de los pueblos originarios, la problemática ambiental, el desguace de recursos naturales, las desigualdades económicas, las injusticias sociales, las experiencias comunitarias que impugnan un orden que condena al sometimiento y a la explotación de las grandes mayorías, y es ese el periodismo que atiende al interés del pueblo profundo, tanto como éste es marginado desde las usinas corporativas, tantos oficiales como opositoras.

Día del periodista, ¿festejar la precariedad?

Por Lucas Paulinovich

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